CON FORMA DE NUEZ Y ARMADURA DE TITANIO

Uno apenas tiene forma. Tiembla como un flan, y se mueve lentamente. En cambio, no duda, es de ideas firmes y le da igual si no le obedeces. Aplica lo que piensa, sin mirar el resultado.  La otra cada vez es más dura, en todos los sentidos. Fría, compacta y ahora sin piedad. Es buena, pero no se corta. Tampoco duda, aunque no ha logrado imponerse aún a la otra mitad. Y así vamos, formando parte del mismo conjunto, pero sin liderazgo. Por libre. No les va mal del todo, yo diría que cada vez se apañan mejor. No son tan diferentes. En la estructura si, pero en las intenciones son la misma cosa, persiguen lo mismo. Felicidad y amor.


Si les das la vuelta, no obtienes lo mismo. No le puedes pedir a ella que sea débil, que no tenga forma ni carácter. Ni le pidas a  él que tome las riendas, que sea duro, implacable, letal. Ya lo fueron y no consiguieron nada. Ahora están en la forma correcta, en la posición exacta. Simbiosis perfecta. Las dos mitades son mías. Una protege, defiende y lucha, la otra crea, imagina y siente. El arte y la pólvora. La ciencia y la poesía. La finura y el huracán. 

Ahora dime qué no importa, que no se trata de eso. Ahora que he encontrado la manera de solucionarlo, dices que no sirve. Que está mal. No lo dices solo tu. Lo dice la gente. Los mismos que te recuerdan que antes sí. Pues entonces, voy bien. Extraordinariamente, bien. Se acabaron los renglones torcidos, el típex y los tachones. Escribiré poco pero nunca se borrará. Le daré forma externa a él y a ella le diré que se quedé en blanco.  Que solo ataque en el momento exacto. Para sentenciar, para que la miren, para que la respeten. Creo que a él le voy a pedir calma, sosiego e infinita paciencia. 

Estos de corazón saben...y de endurecerse con el tiempo...quizás también. Eso sí, sin perder la ternura. Un tema genial más de los cinco de Orlando, para cerrar el post sobre las formas de lo que me compone. 


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