DERECHO DE ADMISIÓN

 Si hace falta lo haré. Seré cruel contigo. Haré que me odies para siempre. Que sientas asco. Te haré el daño más grande del mundo. Pero vete, necesito que te vayas de mi corazón. Necesito que no me quieras, que no sigas enamorada de mí. No me hagas esto, no me ames. No soy el indicado. Te estás equivocando. Metiéndote en un jardín que ni te imaginas. Fuera de mi vida, fuera de mi corazón, no le escuches, no me ames. No puede ser. 


No entiendes nada. Yo tampoco. Pero es lo que hay. No tengo elección. Debo expulsar te, debo obligarte a que te vayas de mi corazón y no vuelvas. Que se te quiten las ganas de hacerlo. 
Tengo muchas ganas de amar, de acariciarte, de seguir mirando esos preciosos ojos. Ganas de atardeceres y amaneceres contigo,  ganas de risas, de olvidar problemas. Pero me conozco y no puedo. No estoy a ese nivel,
no soy apto para colmarte, para darte lo que mereces. Por eso te echo, te ruego que te vayas, que sucumbas ante las redes de otro, que no me quieras.

Quiero jugar solo, aunque mi corazón después de esto ya no me dirija la palabra. Es lo mejor. Jugar en la arena, construir castillos, no pensar. Solo pasar el tiempo, solo. No más compañía, así no me castigan, así no tengo que fiarme, no tengo nada que temer. Me ahorro escuchar reproches, gritos, o murmullos, ni tampoco palabras de ánimo, ni de amor.
Así me curo, me sano, me sacrifico. Prefiero estar solo y entretenido en mi, que atemorizado pensando que pueda volver a querer y a decepcionarme. 

Sé que tal vez me equivoque. Pero no hay más muestra de amor que saber esperar el momento para ser amado y que te amen. Si llega el día y  me amas lo harás y si te amo...no te arrepentirás. Porque habré sanado para siempre.

Un dueto del que surgió posteriormente el amor, con esta canción cierro el post de hoy. No me escuches, cuando te digo que no me ames.







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