GRETEL EN EL CAMINO DORADO

 Voy dejando pistas para que no me olvides. Voy escribiendo palabras por si algún día pierdo la voz y no puedo seguir diciendo te quiero. Y lo hago para que las leas, para que las recuerdes y para que te convenzas que siempre ha sido así. Desde tu primer día. Tú la que recogiste los pedazos de mis tormentas. Tú, la única capaz de ponerse delante de la lluvia y hacer que caiga sin osar mojarnos. Tú la que asusta al viento para no despeinarnos. Tú la que calla, observa y da siempre con la clave. La que acierta. La que literalmente me da vida. Me carga de batería el corazón. Por completo. 

Te descalzas, te remangas y para delante. Sin lágrimas que valgan. No llores papá. Los superhéroes no lloran. Luchan, pelean y cuidan de niñitas.  Me lo dices, mientras creces y eliminas de un plumazo todo resto de caos de mi vida.

Construyes, creas y piensas...y lo dicen todo tus ojos celestes. Y me dicen que camine, aunque me duela,  que tú me vas a llevar y los dos nos vamos a coronar. Yo como mago y tú como reina. Y viviremos en una casa de chocolate como la bruja malvada de Hansel y Gretel. 

Recuerdas cuando te lo contaba por la noche. Ese y otros tantos cuentos. Cuando eras incapaz de dormirte. Me desafiabas a mezclar historias, a inventar algunas. De ahí nació la casa de chocolate en el camino dorado. Te encantaba y te dormías por fin entre sonrisas y con un te quiero papá. 

Como cada año este es mi regalo por tu cumpleaños y ya van siete. Espero los guardes y me los leas cuando ya no pueda hacerlo yo. Como yo los hice contigo. 

Dorothy, Gretel, o la princesa Claudia, serás la protagonista siempre de el cuento que yo inventé por ti y la absoluta reina de mi vida real y soñada. Más allá del arcoíris, al final del camino dorado, donde nos lleven tus zapatitos mágicos, allí nos quedaremos. Felicidades pequeña y gracias...por la magia.