CORTINAS DE BARRO

 Tuve uno. Y después otro, y otro. Así hasta formar una larga lista. Como todos. Y me ilusioné. Pensé que era bonito tenerlos. Que lo realmente emocionante era tacharlos mientras se iban cumpliendo. No paraba de soñar, de desear cosas. Hasta que se volvieron imposibles. Crudamente imposibles. La lista crecía. Y el tiempo... también. Decidí cambiar el enfoque, bajar las aspiraciones y no soñar tan arriba. Sueños mundanos, vulgares, fáciles. Nada de fantasías ni quimeras. Pero ni por eso..La lista de sueños se estancaba y la de chascos y decepciones se multiplicaba hasta el infinito. Cambié el procedimiento...la manera de soñar. Asumí mis condiciones y me fabriqué una flecha de cañas y barro y disparé blando, fácil. Sueños efímeros, tardíos y casi nonatos. Y tampoco. Lo entendí. Lo mío no era soñar. Ni desear.


 Me tapare. O no diré nada. Permaneceré en segundo o tercer plano. Para no soñar, para no desear. Si te pones siempre de perfil no se sabe lo que piensas, lo que quieres, no te defines..no te ven. No te rompen los sueños. La lista entera. Me distraere, capeando problemas y tormentas, para no soñar y no fallar. Y cogeré mis cañitas de barro y me haré unas cortinas a modo de biombo. 

Me dedicaré a escribirle al diablo para ver si el cumple mi última lista. Pero mi alma vale tan poco que me rechazará. Así que soy un soñador que no sueña, una pesadilla andante, un caos de carne y hueso. Que tiene más empeño que suerte, más resistencia que ilusión y más recursos de los que creía. 
Intenté cambiarla. Hacer una especie de trueque, cambiar mi esperanza por un mísero sueño cumplido. Pero no soy solvente. Todos saben que hace años que la perdí. La esperanza digo, y no aceptan el cambio. 
Me resignaria sí. Sin duda es lo más fácil. Asumir que soñar significa fracasar para mí. Pero convence tu a éste que tengo yo adentro. Al absoluto tirano rey de la ilusión. Al charlatán que me hace creer una y otra vez que cumpliremos toda la lista de deseos. A mi me engaña siempre. Hasta que perdemos otra vez. No hay derecho. A soñar. Ni a desear. Eso se lo dejo a otros. 

Me encantan. Me representan a menudo y me inspiran. Y en este post de sueños y deseos imposibles no podían faltar ...Con la oreja de van Gogh y su canción de deseos imposibles, cierro el post de hoy. 





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