EL CORAZÓN DE DIÓGENES

 Guárdamelo. El dichoso miedo paralizante. A ver si teniéndolo tú, te hace caso. Guárdamelo. El último recuerdo contigo. Ese que tú y yo compartimos y que nunca morirá. Nunca. Guárdamelo. El sueño que repito cada noche. Ese que me pinta el mundo de arcoiris. Guárdamelo. El pedazo de tierra donde empezar a vivir de nuevo. Cerca de ti. A tu lado. Me lo guardas tu mejor, este corazón pesado que sigue creyendo en amores de película. Que hable con el tuyo y se distraiga. Quiero que lo guardes tu. El secreto jamás contado, que nació entre susurros y murió entre silencios. No me digas dónde guardarás todo eso. Confío en tu discreción y cuidado. Es que si lo guardo yo, alguno lo pierdo, o se me escapa o incluso me acaba dominando todo el espacio. Mejor así. Se conservará mejor, que en cualquiera de mis cajones desordenados..



 Guarda las voces que tan dulcemente hablaron. Y las manos que acarician, guardalas. Guárdame las fotos, aquellas en las que siempre sonreíamos. Guarda las lágrimas derramadas, en botes, las mías y aunque no lo reconozcas, las tuyas también. 
Guarda las risas que retumbaban y que provocaron las envidias que después florecieron..
Y si cabe algo más, guárdame...contigo. Para siempre si es posible. En un sitio privilegiado, que cuando busques estás cosas me veas, me pienses, como yo lo hago, desde entonces. Con más ilusión y fe que realidad.

Él literalmente le cantó a los monstruos internos que guardamos en armarios y ella guardó todos sus recuerdos y construyó una leyenda. Se juntaron para limpiar y revisar ese armario donde guardamos las cosas. Con ellos cierro el post de hoy. 


 






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