BIBERONES PARA EL CORAZÓN

 Bendito problema. Benditas las tormentas que nos hemos zampado juntos. Benditas las voces que critican y las que callan. Benditos los que como yo sé negaron y dicen sonreír. Que bendición, si a eso le llamáis problemas. Si son tormentos los momentos con ellos, si son terribles pesadillas las obligaciones con ellos. Benditos. No tenéis ni idea los que os negáis a hacerlo. Más vale así, que digáis que no. Porque si lo hacéis, hacerlo con el corazón, con el estómago, con las entrañas. Con todas las cosas que ponemos cuando amamos. Con las mariposas también. Nada de cabeza, nada de obligación, nada de no tengo más remedio. 



Lo de ser papá tiene que ser algo asi. Bonito de corazón, desde dentro. No soy nadie para dar lecciones ni para poner medallas. Pero tampoco debe ser una queja constante, un acto frío, distante o simulado. 
El elogio no está en hacerlo, sino en simplemente pensar que es así como hay que hacerlo. Que te salga solo. Que evoques momentos de debilidad y sensibilidad que ni sabías que tenías o que vete a saber porqué los tenías tan escondidos. 

Cada vez que la mecía cuando era pequeña, era como recortarle años al reloj, como retroceder, como soñar con paraísos posibles y sentirlos cercanos. Cada vez que la sentía dormir es como si viviera en un pedazo de cielo. Y ahora con las sonrisas, las palabras y los gestos, descubro de lo que se alimenta el corazón, el mío. Y tengo que mantenerlo comido. 
Pese a los problemas, a las metas y a las trampas de la dichosa y caprichosa vida. Seguir contigo peque, para mantener a este que late con vida, bien sano y alimentado. Que dure. Que vale la pena. Que no hay mano ajena que apretar que no sea la tuya y en tu caso la mía. 

Lo suyo con los niños no estuvo exento de polémica...como todo en él. Sin ir más lejos, él era un niño grande y se fue siéndolo. Con el rey del pop y su éxito póstumo cierro el post de hoy .





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