NO CULPES A LOS ABRAZOS

 Yo era el de los brazos extendidos. El de las manos suaves. El que siempre ponía el hombro para que llorases. El de los abrazos mientras lloras. El de cambiar tu nube de tormenta de puesto para que solo me llueva a mí. El que te devolvió la sonrisa. El que jamás te dijo que te quería. El que demostró que de tonta e inútil no tenías un pelo. El que te recordó que jamás apagaron tu brillo. El de los poemas y las canciones que siempre te habían gustado. El paño, el cojín y el osito que escuchaba sin cesar todos tus problemas. El que te escuchó decir que amabas locamente a otro. Desde el principio. El que se dijo a si mismo que nunca iba a ser lo que fui y lo volvió a ser. El que quiere que seas feliz aunque tenga que ser con otra persona. El protector, el que se anticipa a tu llamada. El que nunca se va atrever a decirte nada. Ese. 


Pero tú no me querías, pese a todo, nunca me quisiste. Ni tú tampoco, ni tú. Ni aunque siempre haya sido bueno contigo. Nunca lo hiciste. Quererme. A veces me hiciste creer que era por mí, otras veces, que lo era por tí, y otras ni me diste explicación. 

Cuando pensaba que me podías querer, rápido me daba cuenta de que no. Solo te serví para acercarte a él, a ellos, a los del puño y no las manos abiertas, a los que no te consuelan ni te protegen, a los que piensan que el amor es duro, severo, como un castigo. A los que te apagan la luz, a los que te engañan una y otra vez. A esos. Te entregaste a esos y no a mí. Siempre a ellos, hicieran lo que hicieran. Y me quedé solo, con mi dulzura, mi rareza, mi compromiso, mis abrazos peluche y mis poemas con pétalos. 
Lo entendí tarde pero ahora sé que no es mi culpa...por lo menos no siempre lo fue. 

Una chica Disney bastante traumatizada, y un portorriqueño clásico, se juntaron para echarse las culpas mutuamente...con este tema pegadizo y cansino a partes iguales cierro el post de hoy. 






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