HOJA DE ÁRBOL PERENNE

 Al menos me atrevo a mirarte. Por lo menos ya no escondo mi cara tras mis manos. Pero aún me falta coraje para decirte las cosas. Para mantener una conversación contigo. Para que no me afecte que estés tan cerca. Eres tan bonita de ver, pero sufro tanto cuando te veo que prefiero tus ausencias a tus presencias. Te pido que no me hables, que ni siquiera se te ocurra mirarme o tenerme en cuenta para algo. No lo hagas, es lo mejor. Y si lo haces que sea con desprecio, con humillación, para que me acostumbre a olvidarte. Para hacerlo más fácil todo. Porque es complicado ahora. Te quiero tanto y no te quiero querer nada. Quiero que me faltes y que estés a mi lado al mismo tiempo.


Cómo el globo que se aleja cuando lo sueltas, llevado por el viento. Cómo la hoja que sin remedio cae al suelo, parecido a eso es el amor. El resultado del amor a mí manera. Un ciclo, un instante, con irremediable final. Algo inevitable, recordable y repetido a lo largo de la vida. 

Se que me duele acercarme a tí, que me equivocare si lo hago, que no será positivo. Se que no hago caso nunca cuando me dicen que eres mala para mí, que solo vas a traerme dolor. Pero soy el globo, la hoja del árbol y la gota de agua, con su final marcado antes de empezar. Soy todo lo que dejas pasar, lo que miras un momento antes de volver a lo que realmente quieres. Estoy de paso como las estaciones del año, como un pestañeo. Cada cierto tiempo igual. 
Aunque me disfrace de importante, solo soy uno más del montón. Debo considerarme afortunado por eso, otros no llegan a tanto. Aunque lo ideal seria ser una cometa o una hoja de árbol perenne. 

Por lo menos te aguanto la mirada, como dije al principio, aunque haya perdido la batalla, mucho antes de empezar. Fue un one hit wonder en los 90 y supieron rápido que no eran más que un limonero entre tanto árbol bonito. Con ellos cierro este post. 



Comentarios

Entradas populares