UNA CASA LLENA DE PALOMITAS
Desde aquí se ve todo genial. Sacamos las golosinas y esperamos. Tú, yo y lo que quiera nuestra imaginación. Me enseñaste el camino, me explicaste la idea y, ya ves, este es el resultado. Un regalo, para tí, para mí y para la historia. Vemos arcoiris, nacimientos de tormentas y los mejores fuegos artificiales. Vemos lunas, soles y amaneceres preciosos cuando esos dos se reúnen. Vemos los trazos de nubes dibujadas por tus manos hábiles que intentan teñir el cielo. Se puede mejorar tal vez pero que sea contigo. Porque solo, no tiene el mismo sentido.
Nos gusta así. Y lo nuestro nos ha costado. Le pondremos una cúpula de cristal invisible y lo protegeremos. Palomitas en mano esperando que pasen cosas, riendo, llorando y soñando. Que lo que no se pueda hacer, se pueda dibujar. Y así vamos a vivir. Después de pintarte los labios de fresa y de lanzarle besos al espejo, me lo dijiste bien claro. No quiero parar de soñar. Y en eso estoy...o estamos. Haciendo sueños y soñando, olvidando pesadillas y transformarlas en borrones.
Son demasiados los sueños y muchísimas las pesadillas, pero menos que las ilusiones y las ganas. A ver lo que dura su resistencia y nuestra suerte. Mientras no nos encuentren, mientras no derriben ese mundo, ganamos y ganaremos. Bailaremos, reiremos y cambiaremos el guión de la película. Comeremos uvas en agosto y helados en invierno. Seremos invisibles para todos, pero felices...Aunque vendrán, para acabar con esto que tenemos.
Le cantaban al no dejar que los sueños se acaben, fuese cual fuese el inconveniente que lo intentara. Con un clásico de los 90 de Crowded House, cierro este post sobre lo bueno de montarse una realidad paralela sanadora cuando el mundo no quiere fiestas.
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