SÓTANO DE EMERGENCIA.
Habia más . Muchos más. Escalones que bajar. Sótanos que visitar y pequeños miedos que derrotar. No los había encontrado, hasta que se me pusieron delante. Eran los últimos, pero parece que los peores. Se habían escondido durante años. Me llamaron y bajé. Colgados con centenares de cadenas, miles de telarañas y con muchas ganas de que les viera. Se llaman errores. Errores no forzados, decisiones mal tomadas y productos defectuosos que el corazón había desechado.
Pero son vitales. Importantísimos para mí, para la historia. Voy a quedarme con ellos. Encerrarme y vivir aquí juntos. Es la única manera de que los venza. De que los gane para siempre. De que sane de una vez por todas.
Lo haré si soy ellos. Si soy un error. Un fracaso. Un obstinado intento de nada. Una versión a mejorar. Ellos no me atacarán porque seré como ellos. Solución definitiva. Así que me voy. Os lo digo a todos los que no vais a entrar en mi sótano. Estaré bien. Cómo nunca. Sin errores, sin problemas. Mimetizado con las respuestas y con los conflictos. Donde todas las cosas que fluyeron fueron a parar donde todo lo vivo se quedó . Ahí es. Por fin lo encontré.
Desaparecer como letra de canción y como imagen difusa. Desaparecer para no molestar, para no ser recordado ni bueno ni malo. Desaparecer como si nunca hubiera sido. Con esta canción, cierro el post sobre mi decisión final... desaparecer en el sótano de emergencia.
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