LADRARLE AL SOL

 Estaba al otro lado. Esperándome por si quería su ayuda. Había demostrado que no pasaban los años, que no importaban los golpes. Ahí estaba, moviendo la cola y loco de alegría. Porque no pueden ser los demás como él. Porque no podíamos ser todos perros. Ni siquiera sabía que había llegado hasta aquí, pero me alegré. No por mí, por el. La ayuda te la daré yo a tí, fiel amigo. Está vez me toca. Sesión extra de caricias y mimitos para mí consentido, mi apoyo, mi pilar. Mañana a vivir aventuras, otra vez juntos. A ladrarle a los molinos, al sol y a las condenadas avispas. 



No somos Dorothy y su perrito, ni este mundo es el mago de Oz, que con pedir un deseo basta, más bien somos Lucky Luke y Rantamplan. Tonto pero leal, sumiso pero valiente y nadie tan feroz como tú. Que digan y se rían, nosotros avanzamos. Porque el mundo todavía es un desierto pero los buenos y los capaces somos nosotros. Te he echado de menos, y tú has librado miles de batallas sin mi, así que miedo ninguno y hasta encontrar el oasis, la ciudad perdida o simplemente el final del camino. 

Nunca había pensado que ibas a ser tú, el único a mí lado, nunca había pensado que tenía que ser un animal el único que me aguantase. Y siempre lo harás, aunque las patitas se calienten por el Sol o te encuentres al malvado gato tigre. Va por ti, porque cualquiera de nosotros, podríamos ser este perro de la historia que se mantiene fiel por los siglos de los siglos, ladrandole incluso al sol.

Los dos somos uno y no existimos si no existe el otro. Y todos hemos sido alguna vez el perro faldero de alguien...y a mucha honra. Para reinvidicar más perros en vez de personas, va este post y está canción sobre Denis, el lobo hombre más famoso de Paris. 






 


CUANDO COMÍAMOS PISTACHOS

 Lo dicen tus ojos. Y las pequeñas arrugas de tu sonrisa. Aunque finjas no acordarte de lo de entonces. Me parece buena idea. Que no se entere nadie, mejor fingir lo de antes y porque no, lo de ahora también. Lo que sea que se llame lo de ahora. Será cosa tuya, mía y de la vida. Retorcida, cruel y caprichosa vida que hace guiones con las cosas del corazón. Y ahora se ha empeñado en volver a ponernos en el mismo camino, 26 años después. Con el final que solo ella sabe. 



Las fotos de antes podrían ya ser en blanco y negro, pero seguro que salimos sonriendo. Porque lo hacíamos, sonreír. Pese a que cada uno sabia lo que sentía el otro, sabía que se iba a quedar ahí. Que los helados de pistacho y la comida picante que comimos el uno por el otro, no sirvieron, porque faltaron las palabras. Las mías por supuesto. 

Y ahora sobran. Las mías otra vez. Ahora no siento porque no me callo. Y no dices porque no te escucho...en eso no he cambiado. No escuché antes que me querías y ahora no escucho porque has vuelto. Por miedo, por torpeza y porque soy así, en eso tampoco he cambiado. Ni en hacerte reír, ni en recordar la de cosas que hicimos y lo rápido que la vida nos sacó del mismo camino. 

He descubierto que puedo ser capaz como lo fui entonces, de devolverte la sonrisa que la vida nos quitó a ambos y que a lo mejor, si se da el caso, de volverme a enganchar a los helados de pistacho por tí. Cuando los dos fuimos uno sin ser diferentes cuerpos. Ya me entiendes... espero.

Tuvieron muchas canciones y muchas de amor, aunque fuera gamberro. Con la foto en blanco y negro de los canallas de El canto del loco, cierro el post, sobre los caminos de la vida que a veces vuelven a entre cruzar dos personas. 









UNA FRIA MADRIGUERA

Al final solo había frío, y nieve. Dentro de aquella caja que tú llamaste promesa, no había nada. Vacío, hielo. Y otra vez te creí. Y otra vez me ilusioné. Como los niños pequeños la noche de reyes. Culpa mía, solo mía. Siempre digo que no volveré a caer y caigo. Si al final van a tener razón, soy idiota en el amor y en la vida. Así me va. Soy de los que aún lleva capa, va a caballo y piensa que la espada solo es un palo de la baraja, que no me hace falta. 

Y aunque no seas tú, será otra persona, la que me vuelva a prometer algo bonito, la que me vuelva a hacer pensar que esa vez sí se cumplirá. 



Podría hacer lo mismo. Prometerte que siempre te recordaré con cariño, prometerte risas, felicidad y buenas cosas. O simplemente prometerte lo que necesites. Como el genio de la lámpara pero sin fin. Pero no lo haré, porque no hace falta. Ni tú necesitas que te lo prometa ni yo puedo prometer algo sabiendo que no lo cumpliré.

Una vez más me meteré en la cueva, en la fría y gélida madriguera y a esperar, que nadie prometa sino que cumpla, que nadie se olvide que mi corazón, maldito él, se acuerda de todo, incluido lo que alguien alguna vez le prometió. Y esperaré que pase el verano, el invierno y las estaciones enteras sin otras provisiones para aguantar la espera que creer que de ilusiones , esperanzas y promesas, también se come. 

Si le fallas a una bruja prometiendole cosas puede ser que se convierta en tu peor pesadilla...eso es lo que debieron pensar los Cranberries, con Dolores O riordan a la cabeza, cuando hicieron está canción que me sirve para cerrar el post sobre el daño que hace ir prometiendo cosas, sobretodo si al que se las prometes como a mí, se ilusiona esperando que las cumplas.