COMO LO HABÍAN PINTADO

 Prometo que será la última vez que tiemble.  Que nunca más me verás dudar de esta manera. Con mucho cuidado me coges de la mano y me señalas el cielo estrellado. Yo solo veo silencio y espacios no conquistados. Sonríes y dices que agradezca que lo haya intentado, pero que no puede ser. Me dejas arriba. Tan alto que asusta. No tengo alas y jamás he saltado tanto y ni pensar en mirar abajo otra vez. Descubro que el cielo no es como lo habían pintado y que los ángeles son todos feos a tu lado. Rompo la promesa más corta del mundo y tiemblo. Tal vez con los nervios me salgan brazos firmes para poder volar lejos de aquí. Tal vez me haya acostumbrado a estar abajo. 


Es muy complicado estar arriba y más si no quieres estarlo. Cierro los ojos y pienso en todo lo que ha pasado, en como hemos llegado. Veo el humo y escucho el ruido. Siento el calor del fuego como si me estuviera quemando, cuando estamos en pleno invierno. Lo lejos que ha quedado cuando no temblaba, cuando no era de mantequilla. 

Caeremos. O mejor dicho, si depende de mí, caeremos seguro. Es mi ley de vida. Que sepas que llevo los bolsillos cargados de piedras y de guerras personales perdidas. Así es imposible, volar. No durare mucho tiempo. Preparemos dos discursos diferentes, el mío, el del enésimo perdón por fracasar, el tuyo, el de arrepentimiento por pensar que está vez lo lograría. 

Que sea la última vez que intento volar, no puedo hacer milagros. Lo mio es dibujar cielos, no surcarlos. 
Llegaron a la más alto, con esta canción sobre lo incómodo que es para algunos estar surcando el cielo, sabiendo que es temporal. 




EL SÍNDROME DEL MOSQUITO

 Quieres que te espere. Me lo pides envuelta en sonrisas y pintandome el camino que va hacia ti, como un rosario de unicornios y de colores rosas. Me dices que solo es medio camino, que tú estarás justo en la mitad, que no habrá ningún obstáculo y que si me canso, mandarás pájaros para que me lleven en volandas hacia ti. Me lo pides a mí. Yo que he surcado centenares de mares intentando pescar el pez imposible, yo que he sido Romeo, Quasimodo y un Teddy bear en potencia. Yo que he apagado fuegos, lágrimas y resuelto problemas ajenos. Por todo eso, debo decir que no. Que ya no puedo ir tan lejos como me pides tú. 



Pero en el fondo sabes que acabaré diciendo que si. Que empezaré el camino. Porque soy idiota, porque siempre pico, porque sufro del síndrome del mosquito y porque el sueño de que pueda encontrarte vence más que la realidad. Puedo imaginar que las rosas que prometes que veré serán pétalos desperdigados y que los rosas del cielo serán más púrpuras que otra cosa. Y que a lo mejor, seguramente ni estés cuando haga mi parte del camino. Pero aún así, te esperaré allí, donde dices. 

Ya lo he hecho otras veces, que más da otra vez. Cogeré la mochila, la llenaré de sueños y a tropezar de nuevo en las piedras del desamor, del desengaño y de la estupidez. Y a oír el eco incesante del huracán diciéndome, te lo dije.

De la rama de la música country, pero con habilidades para hacer grandes y bonitas canciones de amor. Con Lady Antebellum, cierro el post sobre el paralelismo que tengo yo con este insecto. 




PRADERAS VERDES IRLANDESAS

El pecho ya no pone pegas a que te olvide. Hace tiempo que saliste de la cabeza y ya era absurdo seguir recordándote. Me lo enseñaron otros errores, que lo mejor es hacer como que nunca pasó. Será que están cambiando las maneras, será que cada vez soy más oscuro o será que veo la belleza de otra forma. Ya no importa si las disculpas eran mías o tuyas. Ya no importan los motivos. Se ha activado algo por dentro que  levanta la comisura de mis labios y me lleva a valorar positivamente el olor a café por las mañanas.  Puede que sea la superación, lenta pero constante, o la resignación al entender por fin, que los sueños han cambiado. 


Solos ellos saben porque un día te quise, o porque nuestras vidas se cruzaron. Solo en su mundo juegas con reglas que no conoces. Solo en ellos las cosas duran mucho menos y apenas duelen. Solo allí se olvida todo, de un plumazo. 

Yo hace tiempo que tengo sueños oscuros, fríos y llenos de inviernos , noches eternas y falsas esperanzas. Calcadas a pesadillas sacadas de manos creativas y mentes especiales. Cambié los despertares. Los llené de presentes alegres, recuerdos pequeños y agradables y olores que traen paz
Hasta que los sueños vuelvan, a lo que una vez fueron, praderas verdes irlandesas y cielos hermosos y despejados. Hasta que vuelva a soñar contigo y recuerde cuanto me quisiste. O hasta que encuentre lo que todavía no he encontrado. 

De esas praderas vieneron y encontraron el éxito abrumador. Cumpliendo sueños y provocando otros. Con U2 y su superclásico lleno de sacrificio personal y amor, cierro este post sobre como los sueños te cambian por dentro.