PARPADEOS

Ibas de rojo. Me llamaste para que me acercara a tí. La luz de la ventana se había colocado para dar tu mejor versión. Tú que siempre habías sido la oscura del lugar ahora lucias como nunca. Tenía mi cabeza y sobretodo mi corazón en otro lugar, destinado a una lucha imposible, por eso no vi las intenciones que traias. Y fui. Como el que va a descansar a un banco del parque, tranquilo, confiado, sin temor. Eras la Luna, la que nunca había hablado conmigo más de dos frases entre chascarrillos. Que podía pasar...no podrías querer nada importante de mí. Y de repente lo hiciste, rompiste tu máscara y sacaste todo el amor de dentro. Para mí, solo para mí, si yo lo quería. 


No te salió bien. El árbol cayó hacia el otro lado y no reaccioné. Fue cuando lo viste, cuando te salió la risa nerviosa y los morros se apretaron. Te enteraste entonces de donde estaba mi cabeza y sobretodo de donde estaba mi corazón. 

Estaban con ella, eran de ella. De la otra, de la mía, pero según tú, esa no los iba a querer, no los iba a cuidar y sobretodo, no iba a presumir de tenerlos. Asi fue como se descubrió, como salió a la luz mi pequeño secreto. La amaba...y la amo. Aunque no sepa si me corresponde tanto. Y por eso no te podía querer. Y por eso rayaste la mochila que me regaló. Lo único suyo que conservaba. 

Es el dolor, la rabia salida acumulada. Que me vas a contar, tantas veces lo había sentido,  tantas veces me había dejado llevar por él...Caprichos del destino, de la vida o de no se quién, que se empeña en qué en el amor siempre haya alguien que sufra. Tu vestido rojo también se había manchado de lágrimas. Y la luz que te había acompañado empezaba a parpadear...como tú mirada. 

Afecta tanto a ricos como a pobres. Con un clásico de nuestro país hermano al que tanto amamos, será por qué se parecen mucho a nosotros, cierro el post de hoy sobre las cosas raras de estar enamorado?






No hay comentarios:

Publicar un comentario